jueves, 20 de diciembre de 2012

Impermeabilizaciones que crean filtraciones


Al agua en la edificación hay que tenerle mucho respeto, y a la que viene descontrolada desde el cielo, más. Hay que tomarse muy en serio el diseño y la ejecución de soluciones que garanticen que toda el agua que llega a nuestro edificio sale por los conductos previstos para tal fin, ya que, de lo contrario, un mal diseño puede volverse en nuestra contra. Hasta límites que no llegamos a imaginar.

Debido a la profesión que vengo ejerciendo desde hace ya 12 años, estoy especialmente sensibilizado con la materia. Veo casi a diario las consecuencias de la entrada de agua por impermeabilizaciones mal diseñadas, mal ejecutadas, y lo que es peor, reparaciones de impermeabilizaciones peor diseñadas y, como no podría ser menos, ejecutadas acorde al diseño.

Tal fue el caso de la reparación de la impermeabilización de las cubiertas de un instituto cercano a Sevilla. Según me contaba el que fuera mi mentor en la materia, D. Miguel Ángel Soler, hubo en Sevilla una temporada allá por el año 92 en la que alguien decidió reparar la gran mayoría de cubiertas de colegios e institutos empleando láminas de PVC.

Generalmente, el sistema empleado era el mismo. Sobre la cubierta de solería 14x28 se colocaba un geotextil de separación, la impermeabilización mediante lámina de PVC apta para intemperie, de nuevo geotextil de separación, aislamiento de 30 mm, geotextil de separación y capa de protección pesada de grava.

Pasados los años, el instituto comunica al servicio técnico del organismo oficial competente la gran cantidad de agua que entra en las aulas. He de deciros que, acostumbrado que estoy a ver entradas escandalosas de agua, esta la pongo de ejemplo como de las más asombrosas vistas en todos los años de carrera profesional. El instituto tiene dos plantas y, literalmente, las escaleras de acceso se convertían en cascadas en los días de lluvia más o menos intensa.

Nuestra cubierta, reparada con el sistema antes descrito. Subimos a realizar la inspección inicial y nos encontramos con esto:



, la impermeabilización está hecha un churro, pero bueno, tampoco es para que entre agua a mantas.

Retiramos la protección pesada de grava y aparece el quid de la cuestión:







Después del susto... ¿que es lo que ha pasado? lo primero que uno piensa es en lo malo que es el material: que si habrán puesto PVC del malo para la lámina, que no se pueden empalmar bajantes de fibrocemento con PVC (se ve en la foto un trozo de fibrocemento pegado al PVC), etc...

No es nuestro caso. Con mejores materiales hubiésemos retardado algo más el tiempo de deterioro, pero el final hubiese sido el mismo. Acompáñame a la solución y veras.

Por partes, como siempre, analicemos detenidamente el problema. La lámina en el perímetro estaba tensa como una pandereta (es literal. Tirabas cosas y rebotaban). ¿Por qué?

Una primera causa deriva de la propia constitución del material de impermeabilización. La lámina de PVC (las de aquella época) tienen en su composición un importante número de aditivos elastómeros para que se consiga la lámina propiamente dicha. Estos plastificantes van migrando con la exposición a los rayos UV y la lámina comienza a encoger. Esto pasa muy lentamente en las no expuestas, siendo bastante más acelerado en las expuestas, caso de los perímetros. Consecuencia: la tensión producida por el acortamiento había sido tal que la lámina había arrancado las cazoletas de los bajantes, incluso, como se ve en la foto, pulverizado en algunos casos.

Que no eran los mejores PVC de la época, está claro también. Ea, le echamos la culpa al fabricante y listo. Nos habríamos quedado más tranquilos, pero hubiésemos seguido sin resolver nuestro problema. La letra pequeña de las láminas de PVC advierte que este problema es inherente a los materiales plásticos. Todos sufren de esta migración. De hecho, la normativa específica limita la cantidad de plastificantes/elastómeros que migran a una determinada cantidad admisible para garantizar la durabilidad del material.

Es por ello que el PVC requiere de una puesta en obra diferente que una impermeabilización realizada con láminas bituminosas. Y ahí radica el error de esta obra. La lámina de PVC estaba colocada tal como se colocaría una lámina bituminosa. La consecuencia, desastrosa, ya la conocemos.

La correcta colocación se realiza anclando mecánicamente la terminación de la lámina de PVC en horizontal, sobre la que se suelda el faldón vertical. Este faldón además se pega mediante cola de contacto al paramento vertical y se remata en el perfil colaminado específico de este tipo de impermeabilizaciones. En nuestro caso, este perfil se colocó  a media altura del paramento vertical, terminando el resto mediante pintura de caucho y armadura que solapaba con lo anterior. Minimizamos la exposición del PVC al sol y tapamos además el que queda visible.



¿Que conseguimos con esto? evitar el contagio de ambas láminas en su proceso de acortamiento. A la lámina vertical se le da además algo de holgura, al igual que a la horizontal.


 





Hoy en día, esta problemática de las láminas de PVC está bastante acotada, aunque no eliminada. El proceso de colocación debe ser el mismo, aún a sabiendas que la lámina no encogerá tanto como las primeras.

Como decía un amigo mío, para hacer una buena paella, hacen falta dos cosas: buenos ingredientes y buenos cocineros.

“Según vamos adquiriendo conocimiento, las cosas no se hacen más comprensibles, sino más misteriosas”



Albert Schweitzer (1875-1965) Filósofo, médico y escritor alemán

Publicado por: Raúl Romero Cantillo

Impermeabilizaciones que crean filtraciones

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